domingo, 22 de enero de 2017

Truenos (2017)


Puntuación: ★★1/2

Para ser sincero, la mayor parte de mi anticipación por la que era vendida como "la primera película paraguaya de carreras" se enfocaba en el aspecto técnico y presentación de dichas carreras. Tenía curiosidad por ver como el director Mario Goia manejaba esas secuencias tanto en su filmación como edición. Si bien dichas secuencias no alcanzaron la altura de mis expectativas, es admirable el intento y ambición del realizador de diversificar las propuestas nacionales con algo más de adrenalina y furor, siendo este un proyecto que ante todo busca entretener a su audiencia.

La historia, siguiendo el estilo del denominado underdog, gira en torno a Maxi, el típico protagonista bueno, no con mucha confianza y con un pasado que supone un desafío que vencer. Maxi forma parte del grupo de mecánicos que asiste al piloto de carreras Sergio, quien también es su amigo, en sus deseos de llegar a la final de la copa Truenos. El problema se encuentra en que el piloto tiene un incidente con otro tipo de copas (las alchólicas) por lo que Maxi lo reemplaza pero de igual manera el equipo consigue clasificar a la siguiente fase. El grupo decide continuar con esta maniobra dado que no pueden arriesgar ser eliminados. Perderían el apoyo comercial, Sergio terminaría decepcionando a su padre con quien no está en buenos términos y Maxi necesita el dinero para ayudar a su madre así para comenzar su propio taller.  Mientras todo eso sucede, un corredor del equipo rival tiene sus sospechas y un romance fugaz reaparece en la escena.

La mayor desventaja que tiene el guión es que incluye ideas bastante familiares por lo que no hay sorpresas en el desarrollo de la trama. Tan solo leyendo la sipnosis que describi, podrán imaginarse como la historia continua y como termina. Es posible que sea así mismo como se presenta en la pantalla. Pero una cosa es que sea predecible y otra que sea entretenida y la película es, a pesar de todo, relativamente entretenida. No recuerdo ninguna escena en donde estaba aburrido o mirando a otro lado. Eso no quiere decir que todas las escenas conectaban de manera cohesiva o que todos los planos eran perfectamente montados. Hubo muchas instancias en que utilizaban primer plano en situaciones que quizás no ameritaban. Tenía una sensación de querer alejar la cámara un poco más del rostro de los actores. Y en cuanto a la cohesión de la historia, los flashbacks aparecían de manera arbitraria y esporádica para dar algo de romanticismo a la vida pasada de Maxi. ¿Necesitábamos una escena dónde el joven niño se despedide de su amiga Sofía para luego recrear nuevamente ese mismo momento y conectarla con un recuerdo de su padre? Creo que una sola escena o una línea de diálogo pudo haber hecho esa conexión.

Entonces, ¿qué me era tan entretenido? Honestamente, el espíritu y pasión de los actores. Siempre he tenido problemas en dejarme convencer por la actuación local. Por alguna razón, la manera en que me hablaban no me parecía natural. Quizás sea porque anteriormente no me enfocaba demasiado en producciones nacionales. No lo se, pero ciertamente no culpo a los actores. Es solo cuestión mía. Afortunadamente, la mayor parte de aquellos elegidos aquí se desenvuelven mejor que, digamos, en Mangoré. Robert Grange no tiene muchas dificultades para llevar en sus hombros el peso del protagonismo y hace lo que puede para que un personaje simple como Maxi sea alguien agradable y que quieras ver terminando su carrera. Quien interpreta a Sergio, Rubén Zapattini, es sin embargo el que ilumina cada escena en que aparece. Su naturalidad ante la cámara es más fácil de notar y a pesar del abrupto arco acerca de su relación con su padre que surge en el tercer acto, el actor hace que el cambio en el personaje sea palpable así como fácil de aceptar.

El romance no tiene mucho lugar o relevancia aquí y a veces la historia busca un excusa para cortar rápidamente a distintos planos de una misma secuencia en lo que supongo que es para demostrar la técnica y dramatismo de las carreras. Aún así, existen algunos destellos de humor o profesionalismo bien ejecutado. No es nada original, pero con este tipo de historias, no creo que haya mucho que pueda ser nuevo por lo que el objetivo sería por como elaboran y la manera en que ejecutan conceptos ya utilizados. Y por lo que han hecho, me dejo un impacto mayor que otras propuestas nacionales.

Truenos sugiere una continuación al final de su historia, y en verdad estaria intrigado por ver más de estos personajes con una escala mayor. Esta fue una experiencia que sirve como un experimento para futuras ideas, por lo que sería interesante ver al mismo equipo de realizadores usar lo aprendido en una nueva entrega y probar diferentes cosas, tanto en cuanto a historia como a las carreras mismas.

Termine apreciando esta película más por sus intenciones y ambición asi como a las actuaciones que por sus logros técnicos pero a fin de cuentas me entretuvo sin perder mi atención. No pretende ser algo que no es, ya que como he mencionado, su objetivo es solo entretener y no dudo en volver a verla. Es una vuelta que no me molestaría en correr otra vez.

lunes, 9 de enero de 2017

Hotel Transylvania 2 (2015)


Puntuación: ★★★1/2

Decir que Adam Sandler no ha tenido el éxito esperado en los últimos años es mecionar lo obvio. Honestamente, Sandler está en un momento de su carrera en el cual ni él mismo parece motivado por sus proyectos. Para cuando decidió participar de una película animada para la familia con la primera entrega de Hotel Transylvania y teniendo en cuenta que su último proyecto animado, Eight Crazy Nights (2002), fue un fracaso durante su epóca de gloria en la taquilla, nadie estaba muy seguro de que esperar. La película se estreno y fue algo simple pero entretenido con algo de personalidad. Así mismo, fue un exito comercial lo cual resulto en una continuación.

Sin enfocarse demasiado en el hotel titular, la historia avanza años luego de que Mavis (Selena Gomez) y Johnny (Andy Samberg) se casasen y tengan su primer hijo. Para la mala suerte de Dracula (Sandler), el pequeño niño no parece mostrar señales de su linaje como vampiro por lo que juntara a sus monstruos amigos para enseñar a su nieto el mundo y la vida de una criatura de la noche. Esto mientras que al mismo tiempo trata de convencer a su hija de que no se mude del hotel.

Esta secuela toma un historia que, en lo personal, lo considero menos pulida o de calidad cinematográfica en comparación que su predecesora, pero ejecuta el guión con tanto entusiasmo aún si en varias ocasiones el humor es entorno a lo que es popular en cuanto a música o tendencias. La primera película hizo lo mismo, pero incluyendo momentos enfocándose en el drama, varias de esas escenas lentas y con silencio para que la emoción pese mas. Por ello considero a la primera con una mejor historia, aún si fuese básica o simple. Aquí, la premisa se enfoca en establecer a los personajes en sus distintos bandos y a partir de ahí sacar escenas y escenas humorísticas.

Pero si me pregunta cual me hizo reír más, diría la secuela. En gran medida eso se debe a los personajes, quienes son tan agradables de pasar tiempo con ellos. Quizás por eso me siento generoso con la película por cada chiste que  no es completamente efectivo. Incluso Johnny, quien fue uno de los aspectos más débiles de la primera película por ser un obvio personaje para atraer a una audiencia moderna específica es alguien con cierto encanto aquí. Sandler no es precisamente mi primera opción para interpretar a Dracula pero tanto en la primera como en esta secuela, su voz y diseño son apropiados para los momentos de comedia junto a las escenas con emoción, dando vida a una entrañable versión del clásico personaje. Mel Brooks como el vampiro Vlad es una elección interesante a pesar de tener tan corta aparición en la historia.

Lo mejor que tiene esta franquicia a su favor es en cuanto a animación y movimiento. La velocidad con que los personajes se mueven es acelerada y sin igual a otros. Es lo acertado de contratar a Genndy Tartakovsky, cuyo estilo de dibujo en sus trabajos siempre deslució una agilidad visual tanto para la comedia física como para secuencias de acción, aumentando la adrenalina sin exhaustar a su audiencia. Cada personaje camina de manera pronunciada y cada animación por cuadro mantiene el concepto de los diseños sin importar que tan rápido va la escena. Claro que cuando tiene que haber expresiones faciales en la comedia, Tartakovsky permite que las facciones del rostro se vuelvan exageradas y llenas de personalidad. Así mismo, cuando la emoción es más sutil y tranquila, la expresión se ve placentera. Tan solo fíjese en los ojos o sonrisas de los personajes.

Si la primera fue más de lo que esperaba, esta segunda entrega me sorprende por la consistencia y me deja a la espera de volver a ver a estos personajes nuevamente en otra historia. No puedo decir que son obras maestras de su género o con un nivel de inteligencia sumamente alto pero tienen su encanto y a pesar de lo predecible que pueden ser, quiero seguir viendo porque estoy en verdad entretenido y me agradan las personalidades en la pantalla.

En una era en donde sus  últimas entregas cinematográficas resaltan una falta de esfuerzo y creatividad, Sandler debería tomar como ejemplo esta franquicia para obtener de vuelta la pasión que tenia en el pasado.

Hotel Transylvania 2 es por ende una película que excede su bastante simple historia gracias al carisma de los personajes y a la presentación visual estilizada. Es de las mejores propuestas que ofrece Sandler actualmente.
 

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