viernes, 16 de septiembre de 2016

Green Room (2015)




Puntuación: 4/5.

Crear claustrofobia  en una película no solo significa tener a uno o varios personajes en un especio pequeño y sin mucha iluminación, sino una sensación de aislamiento. Saber que estas lejos de la ayuda que necesitas y que estas a merced de quienes te mantienen cautivo. Puedes estar solo o acompañado, pero el tiempo corre y sin muchas opciones, tienes que tomar una decisión. Si bien la claustrofobia no es el elemento primordial aquí, la atmosfera absorbe el lugar en busca de una dirección  de la tan soñada salida. Green Room encierra a un grupo musical de punk dentro de un club lejos de las ciudades, con una habitación en particular como su punto de seguridad, de la amenaza de un culto nazi liderado por Patrick Stewart.

Parte de lo que hace a Green Room tan intrigante es su manera directa de encarar la violencia, pero no al punto querer simplemente ser gráfico para crear tensión. Si bien sientes cada herida, golpe o incluso los disparos, la tensión emerge en la urgencia para tomar decisiones. Pat (Anton Yelchin) no es el más competente o seguro de los protagonistas, pero son sus decisiones la que avanzan la trama y cada duda termina en algo crucial. La vida de sus compañeros y amigos depende de si salir de la seguridad de la habitación en donde se encuentran encerrados o de mantenerse en esa posición sabiendo que cada minuto que transcurre el peligro acecha de manera cada vez más cercana.

Y sabes que ese peligro se acerca por la brutalidad tan realista con la que acecha a los personajes. Nada de actos violentos altamente elaborados sino de la espontaneidad y, de manera a ser realista, simple. Puedes notar el instinto detrás de cada acción, de cada golpe con el afán de defenderse de una amenaza real. El género de terror obviamente no invita a deleitarse de las imágenes, pero el director Jeremy Saulnier asegura que veremos secuencias que nos resulten mantener los ojos en dirección a la pantalla. Y mejor aún, no necesita enfocar la cámara en las heridas o cualquier otra cosa gráfica para capturar el efecto deseado. Todo eso es minimizado en una visión que aun puede hacernos reaccionar que cualquier otra película de terror. Quizás terror no es precisamente la palabra adecuada, a pesar de su gran resultado en sorprender a la audiencia por momentos. Sin embargo, la película mantiene una consistencia de inicio a fin en cuanto a la tensión y el suspenso. Cada bala cuenta aquí y, junto a los personajes, cuentas cada disparo que se produce.

El filme se enfoca en lo que debe ser, lo cual es la supervivencia y es difícil no estar pendiente del próximo movimiento en busca de la solución. Cada confrontación  hace que sientas temor por personajes que honestamente no tienen mucho de sí, pero eso no es lo importante. No hay tiempo para dedicar a sus personalidades, pero eso no es una falencia de la historia, especialmente ante la situación y dilema en la que se encuentran. Claramente, no es algo que deba ser una queja en esta película.

Intrigante y sin temor de encarar su violencia y atmósfera, Green Room sabe cómo mantener al espectador al borde de la silla, alzándose como una gran adición al género de suspenso.

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