lunes, 6 de febrero de 2017

La La Land (2016)


Puntuación: ★★★★★

Hay momentos en el que esta cinta me recuerda a The Artist (2011), siendo esta una celebración de una época añeja en la historia del medio, con una ejecución impecable que trae consigo mayor prestigio, al menos en comparación con su competencia. No es de sorprender que esta carta de amor al género musical haya conseguido tantas nominaciones y premiaciones por tanto aspectos técnicos como actuaciones y dirección. Se debe a que, por el momento, no hay otra película como La La Land, una maravilla técnica y apasionada en su romance por el arte de distintos tipos (teatro, música, cine, etc.)

La magia de esta experiencia inicia con una secuencia sobre la carretera, dando vestigios de la precisión de la coreografía y movimiento de cámara para seguir de manera perfecta cada paso, deslumbrando la escenografía y bailes. A partir de ahí, la historia conecta a Mia, una aspirante a actriz con el músico de jazz Sebastián, quienes convierten a la ciudad de las estrellas, Los Ángeles, en el centro de su romance y carrera profesional.

Está claro que el director Damien Chazelle se siente bastante cómodo con la temática musical luego de su fenomenal trabajo en Whiplash (2014), el cual comparte ciertas características con esta entrega. Ambas producciones suponen una historia enfocada en los desafíos de seguir tus sueños y la necesidad de mantener la humanidad y los ojos en la realidad. La diferencia es que Whiplash es mas agresivo en su naturaleza y obsesión musical, acercándose a un punto de quiebre emocional. La La Land, por su parte, mantiene un tono más optimista y enérgico de manera positiva al estilo de los clásicos musicales de los 50s y 60s. Eso no quiere decir que la historia no teme dejar de lado su espíritu inicial en algunas escenas para dar lugar al drama.

Al ser una celebración moderna de los musicales, la película contiene montajes, edición, iluminación y demás aspectos técnicos que recuerdan a los filmes de antaño del mismo modo que Ed Wood (1994) fue filmada para asemejarse al cine B de los 50s. Ese nivel de detallismo en la realización de la cinta demuestra el compromiso y pasión de Chazelle, quien dedicó años desde que tuvo la idea original para producir este proyecto. Los planos, movimientos y cada cosa que ves en la pantalla es cuidadosamente presentada para ser fiel a la historia y al estilo del filme.

Las actuaciones se enfocan netamente en Ryan Gosling y Emma Stone, quienes vuelven a demostrar la acostumbrada química que poseen, como lo fue en sus colaboraciones anteriores. Si bien Gosling irradia la esencia de un apasionado y romántico pianista, es Emma quien resalta y conecta su personaje con la audiencia, en especial con aquellos soñadores ambiciosos que luchan con la frustración realista y el optimismo irracional. El pianista Sebas se debate por un dilema similar y es aquel que propone los sacrificios en cuanto a la pasión y la consistencia salarial.

Mi mayor queja (aunque en contexto, es solo una pequeña molestia) se centra en que la trama no es particularmente innovadora. Las aspiraciones y desafíos en las carreras artísticas de nuestros protagonistas son fáciles de predecir pero de igual manera, esa queja es mínima porque la trama es elevada por la calidad de las actuaciones así como la presentación del aspecto visual y la forma en que es contada. Tan solo soy yo buscando algo que pueda considerar como negativo.

Realmente son los musicales los que despiertan y deslumbran la magia del cine, con un alto espíritu y nivel de diseño, producción y con actuaciones enérgicas que mantienen al espectador en constante ritmo con la película. De igual manera, es difícil mantener la atención de muchos si se es siempre así porque estar viendo cantos y bailes puede aburrir fácilmente a menos que la cinta  tenga algo muy bueno/nuevo para proponer o una impecable realización. Este filme respeta eso. El primer acto es el más cargado de danzas y canciones para luego dejar a la audiencia expectante a medida de que la trama se desarrolla. Cada vez que una nueva secuencia ocurre, las imágenes y fondos resaltan el aspecto de fantasía que la cinta puede llegar a tener, como la del observatorio o el final mismo.

La película ya es considerada por muchos como un clásico del medio y es casi imposible para mí estar en desacuerdo. ¿Es La La Land para todos? Quizás. Su mensaje y dilemas son universales, dado que cualquiera puede identificarse con los obstáculos y la frustración, sea el camino que la audiencia quiera ir. Pero los homenajes y el género de la misma pueden invitar a un público diferente o específico, al menos para quienes estén dispuestos a aceptar la irreal realidad de muchos musicales. Honestamente, no imagino que esta producción convierta a alguien que no posea el gusto por este tipo de historias en un súbito fanático del género. ¿Pero quién puede asegurar eso y qué sea así en todos los casos? Ciertamente, yo no.

Como ya mencione, La La Land es una carta de amor al pasado de Hollywood pero tiene la grata fortuna de ser escrito por un autor romántico, con una bella caligrafía y la habilidad con las letras para poder describir su pasión de manera exhilarante. Es una carta que seguro es para volver a leer una y otra vez.

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