Puntuación: 4/5.
Crear claustrofobia en una película no solo significa tener a uno
o varios personajes en un especio pequeño y sin mucha iluminación, sino una
sensación de aislamiento. Saber que estas lejos de la ayuda que necesitas y que
estas a merced de quienes te mantienen cautivo. Puedes estar solo o acompañado,
pero el tiempo corre y sin muchas opciones, tienes que tomar una decisión. Si
bien la claustrofobia no es el elemento primordial aquí, la atmosfera absorbe el
lugar en busca de una dirección de la
tan soñada salida. Green Room encierra
a un grupo musical de punk dentro de
un club lejos de las ciudades, con una habitación en particular como su punto
de seguridad, de la amenaza de un culto nazi liderado por Patrick Stewart.
Parte de lo que hace a Green Room tan intrigante es su manera
directa de encarar la violencia, pero no al punto querer simplemente ser
gráfico para crear tensión. Si bien sientes cada herida, golpe o incluso los
disparos, la tensión emerge en la urgencia para tomar decisiones. Pat (Anton
Yelchin) no es el más competente o seguro de los protagonistas, pero son
sus decisiones la que avanzan la trama y cada duda termina en algo crucial. La vida
de sus compañeros y amigos depende de si salir de la seguridad de la habitación
en donde se encuentran encerrados o de mantenerse en esa posición sabiendo que
cada minuto que transcurre el peligro acecha de manera cada vez más cercana.
Y sabes que ese peligro
se acerca por la brutalidad tan realista con la que acecha a los personajes. Nada
de actos violentos altamente elaborados sino de la espontaneidad y, de manera a
ser realista, simple. Puedes notar el instinto detrás de cada acción, de cada
golpe con el afán de defenderse de una amenaza real. El género de terror
obviamente no invita a deleitarse de las imágenes, pero el director Jeremy Saulnier asegura que veremos
secuencias que nos resulten mantener los ojos en dirección a la pantalla. Y mejor
aún, no necesita enfocar la cámara en las heridas o cualquier otra cosa gráfica
para capturar el efecto deseado. Todo eso es minimizado en una visión que aun
puede hacernos reaccionar que cualquier otra película de terror. Quizás terror
no es precisamente la palabra adecuada, a pesar de su gran resultado en
sorprender a la audiencia por momentos. Sin embargo, la película mantiene una
consistencia de inicio a fin en cuanto a la tensión y el suspenso. Cada bala
cuenta aquí y, junto a los personajes, cuentas cada disparo que se produce.
El filme se enfoca en
lo que debe ser, lo cual es la supervivencia y es difícil no estar pendiente
del próximo movimiento en busca de la solución. Cada confrontación hace que sientas temor por personajes que
honestamente no tienen mucho de sí, pero eso no es lo importante. No hay tiempo
para dedicar a sus personalidades, pero eso no es una falencia de la historia, especialmente
ante la situación y dilema en la que se encuentran. Claramente, no es algo que
deba ser una queja en esta película.
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